Argentina está en una crisis inflacionaria cuya solución exige cambios estructurales de distinto tipo, incluyendo nuevas instituciones fiscales y monetarias.
La propuesta monetaria más discutida hoy es una dolarización. Se entiende el atractivo de la dolarización para una población agobiada por la inflación. Pero la dolarización tiene defectos que reconocen incluso la mayoría de sus impulsores: es inviable sin dólares, implica la introducción de una rigidez cambiaria que expone al país a situaciones de desempleo y recesión (como en la Argentina de 2001 o en los países periféricos del euro tras la crisis financiera de 2008), y deja al sistema bancario vulnerable ante una crisis.
Proponemos como alternativa el Plan SUD. Consiste en la adopción de una nueva unidad monetaria estable, el SUD, para definir los salarios, tarifas, precios regulados y eventualmente todos los precios de la economía. El SUD arranca en paridad 1:1 con el dólar pero está formado por una canasta de monedas de los países de la región, que fluctúan frente al dólar de manera compatible con lo que requiere la economía argentina.
Con la adopción del SUD como medida de valor, instantámente el gobierno renunciaría a su poder para licuar salarios y otros precios, puesto que todos estarían expresados en una unidad estable o dependerían de ella; y el valor real de esa unidad monetaría sería independiente de la emisión de dinero. Sin necesidad de ninguna alquimia monetaria, los salarios y demás precios de contrato estarían protegidos de las consecuencias de la irresponsabilidad fiscal.
Además, si la unidad de los contratos es el SUD, también los contratos de depósitos (y por ende, todo el dinero bancario y digital) estaría en SUD, protegiendo también a los tenedores de ese dinero de las consecuencias de la inflación.
En este resumen presentamos las características centrales del Plan SUD. El SUD debería convivir, al menos por un tiempo, con el peso como único medio de pago en efectivo. Pero tiene las ventajas de que no requiere reservas significativas para su puesta en marcha y no introduce en la economía nacional las rigideces que sí traería la adopción del dólar norteamericano. Dejamos aquí el paper, más extenso, y acá una versión previa, de 2021.
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